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Junio


EL PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN: LA SOCIEDAD Y LA INVESTIGACIÓN FRENTE AL NUEVO SARS-COV-2

Artículo de opinión (*) Los especialistas afirman que ante una pandemia la evidencia perfecta puede ser el enemigo de una buena política. El uso de las mascarillas, el distanciamiento social y la confinación en las casas se muestran como medidas sencillas, procesos simples, baratos, pero suficientemente efectivos. Entonces, será posible que el principio de precaución podría convertirse en un elemento vital en la toma de importantes decisiones que ayuden a enfrentar a la covid-19. Wikipedia define este principio como una estrategia para abordar los problemas del daño potencial cuando se carece de un amplio conocimiento científico sobre el tema. En este escenario, creo que es momento de aplicar el principio de precaución ante una incipiente investigación del SARS-CoV-2. Es notorio que la evidencia basada en la eficacia y la aceptabilidad de los diferentes tipos de mascarillas y recomendaciones sanitarias para prevenir las infecciones respiratorias durante las epidemias es escasa y controvertida en todo el mundo, pero podría resultar muy efectiva y barata. El SARS-CoV-2, según los datos a nivel mundial, tiene su inicio a finales del año 2019 en Wuham (China), este virus en poco tiempo tiene a la población mundial sometida a una gran presión social, económica, sanitaria y psicológica. No hay cura o tratamiento hasta hoy, mucho menos una vacuna que se aplique a corto plazo que permita recobrar el aliento de esperanza y tranquilidad de la población en todo el mundo. En este contexto, planteo la siguiente pregunta ¿deberían los actores políticos y sociedad civil organizada aplicar el principio de precaución con mayor energía que permita a la población una mayor conciencia sobre su salud? Creo que sí, por ser simple, barata y efectiva. Medidas sostenidas disciplinadamente ayudarán a controlar el largo camino que aun falta de la pandemia en nuestro país y con mayor interés en la región Lambayeque. Si entramos en detalle sobre investigaciones realizadas en el uso de las mascarillas, los resultados son muy endebles e inconsistentes teniendo puntos en contra sobre la efectividad de evitar el contagio. Por ejemplo, revisiones vacías a nivel mundial del 27 de marzo de 2020, nos muestran ensayos aleatorios sobre el uso de mascarillas para protegerse de la covid-19, igualmente hace 10 años se realizó revisiones que verificaban la efectividad de mascarillas versus máscaras respiratorias, encontrando una ligera garantía en estas últimas, las mismas que fueron utilizadas por personas con síntomas y muy poco en asintomáticas. Del mismo modo, trabajos sistematizados de reciente data en Europa han logrado examinar si el uso de mascarillas u otra barrera protectora como lentes, máscaras faciales previene la transmisión de enfermedades respiratorias como coronavirus, rinovirus, tuberculosis o influenza concluyendo que este uso de forma general, así como por parte de miembros infectados dentro de los hogares parecía producir reducciones pequeñas, pero estadísticamente no significativas en las tasas de infección. Todos estos trabajos han permitido deslizar una ligera conclusión, pero no definitiva: que las mascarillas no tendrían una suficiente base sólida para ser considerada como efectiva, pero sí se alienta a seguir ensayando con estudios más profundos y de calidad. Por otro lado, valorar el distanciamiento social requiere de una real y plena conciencia de que la exposición en entornos concurridos o de desorden social es de suma peligrosidad para nuestra salud, por ello la posibilidad de transmisión presintomática aumenta los desafíos de las medidas de contención y de la dura batalla que el personal sanitario tendría que hacer frente a un enemigo microscópico presto a dominar una maquinaria biológica, aún sin manifestar sintomatología. El personal de salud como médicos, enfermeras, biólogos, entre otros debe realizar el rastreo de contactos y considerar la posibilidad de incluir un período antes del inicio de los síntomas con la intención de descartar la transmisión presintomática. Este potencial de transmisión subraya la importancia del distanciamiento social para reducir la propagación de la covid-19. Por lo expuesto, es de rigor que los protocolos para identificar a los contactos deben considerar un periodo antes de la aparición de los primeros síntomas, sin embargo la detección temprana, el aislamiento social y la ubicación precisa de estos contactos son una ayuda a la disminución de la estadística de contagios y la desaceleración del grado de letalidad del virus. Debido a las altas tasas de infección y contagios presintomáticos, capaces de alcanzar a personas unos 2.5 días antes de que aparezcan los primeros indicios de la enfermedad, es inmejorable seguir incentivando con mayor rigurosidad la aplicación del principio de precaución como un cambio en los modelos y estilos de comportamiento de cada persona, aun cuando las evidencias científicas directas y experimentales no son claras y asequibles. Otro argumento tangible para aplicar el principio de precaución es que el mundo pueda pagar un alto precio por la pandemia y que los daños colaterales sean más peligrosos que el propio virus. Estos daños pueden ser incremento de suicidios y feminicidios debido al aislamiento y confinamiento, también desesperanza económica de personas pobres y desempleadas o con pequeñas empresas al borde de la quiebra, violencia doméstica, agresiones sexuales, aparición de enfermedades no transmisibles, entre otras. Círculo vicioso que se posiciona como un dominante en nuestra sociedad nacional y logarítmicamente en nuestra población lambayecana. A manera de conclusión diré que una sociedad ávida de conocimiento, con una disciplina férrea y con alto desarrollo tecnológico es una sociedad que planifican un futuro prometedor, pero en tiempos actuales de pandemia a las sociedades les queda plantear estrategias asertivas y actuar oportunamente contra el tiempo ante los temores y amenazas nanométricas que hacen tambalear a un sistemas biológico que hasta antes de la covid-19 era infranqueable y que ahora se sabe de su vulnerabilidad. Políticas claras y voluntad humana permitirán entender que la vida es el más preciado regalo que tiene los seres humanos sobre la tierra. *MSc. Juan Miguel Velásquez Caro Docente-Coordinador de Investigación y Responsabilidad Social Escuela de Enfermería USS
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